Chacra mixta y sociedad
Una nación no se construye poniendo, sacando
o desplazando gente de arriba de su territorio, de cualquier lugar y forma, sin
plan, ni rumbo, todo librado al capricho -siempre desmesurado- del insaciable liberalismo
de mercado. Una Nación es territorio más sociedad, y sociedad no es la suma
individual de personas, una más otra y otra, y el total da “una sociedad”. ¡NO! Una sociedad es,
aparte de sumar personas, el conjunto de: personas más territorio, historia en
común, modos de producción y relaciones de poder. Todo, con y en conflicto, no
hay sociedad sin disputa, puede y debe, haber consensos parciales, ya sean
temporales o permanentes, de dos o más clase o sectores sociales, de intereses
concomitantes, y sobre la base de
esos intereses comunes, respetados por
el conjunto o impuestos al conjunto; ya
sea por el peso del poder económico, o del número que otorga el voto,
que no siempre significa poder, aunque
signifique gobierno. Pero semejante proceso siempre parte del conflicto, la
armonía social sin conflicto es un cuento rosa, recitado por las clases
dominantes para estabilizar las relaciones de producción, en un punto dominante
que garantice -esencialmente- sus tasas de ganancias, con paz social. La armonía, el
no conflicto, el consenso, todo cuento, una falacia que traducida al lenguaje callejero, vendría a ser
algo así como dejarte meter siempre la
mano en el bolsillo, en beneficio de los
mismos y por los mismo, sin quejarte, ni luchar. ¿O acaso cuando el ex
subsecretario de economía agraria de Cavallo, Jorge Ingaramo, dijo que en la
Argentina debían desaparecer 200.000 chacras mixtas, para restructurar el agro
argentino, al servicio de los grupos concentrados, lo pensó y lo diseño sobre
la base del consenso y el dialogo, o porque tenía razonabilidad, lo impuso a
“sangre y fuego”, lo comunicó, lo informó y lo ejecutó, gracias al poder que le
daba, la confluencia de los factores
económicos dominantes, con los votos como fue la nefasta etapa de la
convertibilidad menemista? Así sí,… si
dejas que te saquen guita y poder, si
sos un auténtico gil al servicio de los grupos dominantes, hay armonía. Los
neoliberales llaman a eso consenso social. A que puedan saquearte con el
beneplácito del saqueado. Ahí sí, tendrás
espacio en los medios de comunicación,
te colmaran de loas, que buen chacarero, te verán lindo, dirán que simpático es el gringuito y hasta podrás ser
candidato de algún partido que “entienda al campo”... Ah, ah, atención, y no
menor; ni que se te ocurra dividir la
Mesa de Enlace o plantear una política autónoma de defensa de los chacareros, o
segmentar la retenciones, nada de eso, ni por asomo, aunque lo pienses. Entonces
sí, una vez pasada esa prueba de
cipayismo extremo, mereces una breve
caricia, del poder económico y mediático, pero y donde-además- siempre, rendirás examen, programa tras programa,
diciendo lo que quieren escuchar, en contra de los intereses que representas. Si
no, dejarás de ser invitado, y se te cerrará el mágico mundo de la TV, que se
leva ser, son las reglas del sistema, así de dura es la vida del cipayo rural. Si
no, sos un conflictivo, intolerante, agresivo, zurdo, maloliente, que te
vendiste al K y que no entendés que tenés
que tirar para el mismo lado y el mismo carro del que te está desplazando productivamente.
Debes ser un buen amigo de tu saqueador, y mal representar a los que te eligieron,
porque si no, le hacés el juego al gobierno, y no sé cuántas anatemas más. Lo
triste es que han sido muy eficaces, y lograron construir una estrategia exitosa: reclutaron dirigentes,
periodistas y pequeños productores funcionales,
que les sirven como tropa de choque de
los mismos intereses que después les sacan los campos. Consiguieron confundir
tanto y direccionar el discurso en su favor, que se confunde el consenso con sectores afines, con la no
adecuada defensa de los propios intereses que representamos, en este caso los
de la pequeña y mediana burguesía rural chacarera. Estrategia, por otro lado,
que no es nueva de parte del neoliberalismo. Hace tiempo que machaca con los
mismos infantiles latiguillos, cuentos fantásticos, que los voceros mediáticos
elevaron a la categoría de verdad revelada, con los que han logrado aflojar las defensas ideológicas de
importantes sectores de nuestra burguesía media rural y urbana. Y así fue como fuimos concediendo sin cesar, año
tras año, con esporádica lucha y poco
espíritu de conjunto, terminamos con 200.000 explotaciones menos. Desde la
democracia para acá -sin que la sociedad lo percatara, casi en sigilo-, se
cambió el sujeto agrario chacarero por el mega productor concentrado al
servicio del modelo de monocultivo inducido con concentración de tierras y
rentas, en formas casi subrepticia, sin debate, ni plan, en silencio; con las
secuelas de migraciones internas, relocalizaciones, vaciamiento del interior y
posiciones monopólicas en la producción
de alimentos básicos, que nos perjudican a todos, pero especialmente a los
sectores populares.
La sociedad es un globo imaginario que contiene el todo, y es
donde se dan y desarrollan alianzas y conflicto, cuyo primer debate es por lo
que se produce, cómo y quiénes se lo apropian y se reparten entre las distintas
clases sociales .Las relaciones de los hombres entre sí, de éstos con la
naturaleza, apartes de complejas, multiformes,
siempre son de disputas y poder, quien no defiende lo suyo, lo deja librado
a que se lo lleve el otro, estos es inexorable: sector o clase, que no logra reunir fuerza y apoyo social, ya
sea por cuenta propia, por alianza con otros sectores afines
o complementarios o por sentido común productivo -valorado por el conjunto como
necesario para la supervivencia de todos-, pierde peso e influencia en la
sociedad; que por acción u omisión la va desplazando y generando su reemplazo,
social, económico y productivo . Esa pérdida de influencia conduce
inexorablemente a disminuir la
participación en la torta productiva y por ende, se deja de influir en el rumbo y destino de la nación. El declive de la chacra mixta y el chacarero,
tiene que ver con este proceso social, con la lucha que no dimos, con la intensidad adecuada
que no fuimos capaces de tener, con la ductilidad necesaria para tan difícil contingencia,
que nos venía impuesta de afuera, con la ayuda y complicidades de adentro. Tanto
por el sector y las organizaciones gremiales que nos representan, como por los
partidos políticas populares, que debían defender el interés nacional y dejaron
todo librado al azar del mercado; la falta de un proyecto nacional, inclusivo,
y progresista, que enfrente al neoliberalismo, se notó mucho, y facilitó,
permitió que los sectores financieros y concentrados nacionales o extranjeros,
que penetraron la agricultura fueran captando porciones de poder cada vez mayores e influenciaran al conjunto
de la sociedad con la ayuda interesada, cuantiosa y decisiva, tanto en lo
monetario, como en lo ideológico. Desde
los suplementos especializados de los grandes medios gráficos, radiales o televisivos,
hicieron un trabajo fantástico en la cabeza hueca de ideas nacionales de la dirigencia
política, gremial, y empresaria del país. Militando y batallando sobre las
presuntas e inverificables bondades de la agricultura de rapiña, extractivista,
sin rostro, en detrimento de la chacra mixta tradicional. La chacra mixta no fue desplazada por obsolescencia productiva, sino
como fruto de una decisión política de dejar actuar a las fuerzas del mercado
con absoluta libertad; así fue como, mansamente, con poca resistencia -salvo un
sector, sólo un sector de la
FAA que se opuso- se fueron más de
200.000 explotaciones, todas mixtas. La agricultura le arrebató a la ganadería
11.000.000 de hectáreas, se deforestaron 2.000.000 de bosque nativo, y
Argentina se sojizó, en silencio, casi en forma imperceptible. Fueron pocas y
débiles, las voces que se alzaron para oponerse a este despropósito productivo,
ambiental y económico; todo se hizo y hace, en nombre del progreso y la
eficiencia productiva que trajo la introducción del capital financiero en la
agricultura, más el desarrollo científico técnico, sin debate político, ni
proyecto nacional. La sojización, la concentración de tierras y rentas, fue la
consecuencia.
Salud y
cosechas
Pedro
Peretti