Divagaciones sobre volumen y tamaño… en la actividad
agropecuaria (parte 2)
El discurso del volumen
El discurso del volumen, como factor único y excluyente,
está íntimamente asociado a los pools de siembra, a los mega productores
y a los empresarios buitres, que entran al negocio sin compromiso social y
buscando sólo la rentabilidad fácil, a costa de los recursos ambientales.
El volumen es a los pools, lo que el tamaño de la explotación es al
terrateniente: lo define. El volumen marca el tamaño del cultivador
múltiple, ¡produce tanta toneladas de soja!, ¡es un gran productor! En cambio,
si de propiedad de la tierra se habla, se dice: tiene tantos cientos o miles de
hectáreas de tierras, es un estanciero o terrateniente, o un chacarero; y
si no tiene nada, ¡es un sin tierra u ocupante precario! La incorporación
del capital financiero, de la ciencia y la técnica en la agricultura hizo que
se disociara ese concepto de que un gran terrateniente es un gran productor.
Argentina tiene grandes productores de granos y carnes sin un metro de tierra
propia. Lo usual –hoy- es que no siempre el gran productor, tenga la forma
jurídica que tenga, sea un gran terrateniente; la mayoría de los
terratenientes de nuevo y viejo cuño, son rentistas, o rentan la parte
agrícola. Aun los que anteriormente, en las décadas del ‘60 o ‘70 cuando la
tierra tenia baja productividad, la ganadería extensiva era lo dominantes y un
productor de hasta 2500 hectáreas de la pampa húmeda no se lo
consideraba terrateniente, hoy es un rentista potentado o un gran
productor, gracias a la multiplicación de la productividad por hectáreas.
Muchas de estas unidades empresariales a partir de la SD se reconvirtieron en
mixtas y su parte de laboreo lo contratan con contratistas rurales.
El tamaño en la tierra
El hermano del volumen, es el tamaño. Y el tamaño
tiene que ver con la tierra, con la cantidad que se posee. En la producción, el
volumen va detrás del productor: primero se siembra, luego se cosecha y allí
recién, se produce el volumen. Con la tierra es al revés, va por delante: tiene
tantas hectáreas, es un terrateniente, o un chacarero, o un ocupante precario.
No interesa el resultado productivo, siempre va ser un terrateniente, o lo que
sea, no depende de la naturaleza, ni de la lluvia, ni de nada. Es siempre
igual, la cantidad define… puede ganar -más o menos-, puede ser mixto o no,
producir mucho o poco, pero lo que define acá es la cantidad de tierra.
Va por delante, si es un novel terrateniente producto de algún negocio
exitoso o componenda poco clara, no interesa. La tierra es la tierra y la
cantidad que se posee, define. Define, tanto, el tamaño del “curro”
o de la herencia, como del negocio legítimo. Da posición. No es lo mismo, 50
hectáreas, que 500 o 5000. No es lo mismo ser un productor con campo, que ser
de campo, o ser un plantador de soja sin tierra. La tierra, aparte de ser un
bien de rentas, es una fuente inocultable de prestigio y poder, y genera una
cultura particular, ya sea por parte delos pueblos originarios, los criollos,
los chacareros, o los estancieros. Cada segmento tiene su propia cultura y
forma de vinculación con la “madre Tierra”, por eso decimos
que… el tamaño va por delante. No es lo mismo ser un chacarero de chacra
mixta, o miembro de los pueblos originarios, que un estanciero de la rural. Ni
política, ni social, ni culturalmente representan la misma cosa. Viven de
distintas maneras, tiene gustos, hábitos y tradiciones distintas y por ende,
tampoco defienden o tienen los mismos intereses. De allí que nadie pueda
entender en toda su magnitud, la persistencia en el tiempo de la Mesa de
Enlace. Porque una cosa es una alianza táctica circunstancial, por un conflicto
puntual con el gobierno -cuestión impositiva mediante-, y otra es enajenarse en
una alianza permanente con productores de tamaños absolutamente
distintos, con interese y culturas antagónicas. Sólo se puede entender si
alguien se cambió de bando, pasando a defender intereses distintos de los
que dice representar. Alguien cambió de camiseta …así se entiende mejor.
Pero lo que nos interesa remarcar acá es la cuestión
del tamaño, su relación con el volumen y el orden de prelación diferentes que
tienen en cuanto su adjetivación para con el sujeto agrario. La
conjunción de volumen con tamaño, independientemente de su eficiencia
productiva o no, depende la época. Explica buena parte de la tragedia no sólo
del campo argentino, sino de nuestro país. Los poseedores de esa combinación
han sido los responsables directos de la inestabilidad política que nos asoló
durante buena parte de nuestra historia, desde la independencia para acá
y de las políticas de endeudamiento externo, libre importaciones y ultra
liberalismo económico, que desindustrializó y enajenó al país en la década del
‘90. Por otra parte, la diferencia en la difusiones públicas sobre
volumen y tamaño, difieren totalmente: mientras los volúmenes productivos son
ampliamente difundidos y amplificados por todos los voceros del libre mercado,
el tamaño es celosamente ocultado, les da vergüenza , temor, o por simple
picardía es que esconden “la grasa”; tienen miedo que le pregunten, ¿cómo lo
lograron o si pagaron los impuestos? Nunca se sabe quién es el dueño de
la tierra en Argentina, es uno de los secretos mejores guardados, quién y
cuánto tienen en propiedad territorial. Es imposible saberlo, más cuando
hay poco o nula decisión política de “querer saber”. Se hacen sociedades
tipo mamushka,(una dentro de otra, y así varias) se las inscribe en Uruguay, se
ponen testaferros, se hace cualquier tipo de combinación jurídica con tal de
que no se sepa, cuánta tierra tienen, ni cómo la tienen. Es más, se hacen pasar
por chacareros, quieren apropiarse de ese término porque tiene consenso social.
No quieren ostentar, por lo general, pero no por modestia o pudor, sino por
miedo a que se sepa cómo lo hicieron, a que le pregunten o investiguen el
origen de semejantes extensiones, difíciles de explicar como fruto del trabajo
familiar. Nadie junta miles de hectáreas con los brazos, o con un trabajo
normal.
Salud y cosechas
Pedro Peretti
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